miércoles, 22 de junio de 2016

Presentación

El mandala es una construcción simbólica  trascendente que nos vincula con la Unidad, superando así las limitaciones de nuestra dualidad espiritual.

No buscamos mandalas, ELLOS NOS ENCUENTRAN.


Hace muchos años, no conocía nada acerca de los mandalas. A través de Internet, pude empezar a interiorizarme acerca de su poder e nergético y le pedí a mi primo pintor, que hiciera un mandala de acuerdo a lo que le inspirara su creatividad. Al tiempo, estampado en un cartón, lo dejó un día en mi dormitorio. Ahí quedó por unos días. Cada tanto, simplemente lo miraba, porque me atraía su forma y el color anaranjado que es mi preferido. Cierto día estaba experimentando una situación límite en mi vida y me senté en la cama. El mandala estaba frente a mi.Yo seguía suspendido en mis pensamientos y cavilaciones en referencia a esa delicada situación, sin encontrar una solución.

En determinado momento sucedió algo muy especial: Fue como si el Mandala me inundara de toda su energía que me impactó en el centro de mi corazón. Duró muchos minutos y empecé a sentir paz, tranquilidad, sosiego, calma, esperanza... No podía apartar mi mirada de El y empecé a meditar en profundísimo silencio. En determinado momento sentí que estaba conectado con El con muchísima intensidad. Como toda experiencia trascendente espiritual, se vuelve inefable poder expresar lo que sentí, pero ese día me marcó para siempre, ya que en otra dimensión, lleno y pleno de su fantástica luz pude encontrar la solución a lo que me estaba embargando.

Por tanto, si logramos estar en una búsqueda de apertura espiritual, PERMITAMONOS ENCONTRAR POR UN MANDALA.  Nosotros no los elegimos, ellos llegan a nuestra vida en los momentos más oportunos y precisos y aceptemos entonces vivir su experiencia que cambiará nuestra vida y habrá un antes y un después.

De imágenes pre-diseñadas he pintado los mandalas que se muestran a continuación. Obsérvalos, míralos, déjate llevar y seguro estoy, que alguno de ellos, TE ELEGIRA, Y A PARTIR DE AHI SURGIRA UNA SIMBIOSIS, UNA MIMETIZACION, UNA CONEXION MUY TRASCENDENTAL ENTRE TU Y EL.

Me gusta lo simple por naturaleza, "lo menos termina siendo más". Hacer mandalas es un arte, que puede llevar meses o años, como nos lo enseñan los maestros tibetanos. En este Blog, mi intenso deseo es que alguno de ellos, simples y nada complejos, se encuentre contigo. El se va a ser sentir de alguna manera muy especial. Comienza a meditar en él y mira el punto imaginario que está en el centro del mandala. No se lo capta a través de la razón, sino a través del ESPIRITU. Requiere dedicación diaria y mucha paciencia para empezar a advertir sus efectos y su presencia.

Medita todos los días unos minutos mirándolo y observándolo sin tratar de comprenderlo racionalmente. Cierra los ojos en determinado momento y lo verás en tu interior; continúa meditando.
El mandala es un reservorio de energía cósmica, divina y celestial. Pero metáforicamente hay que cuidarlo como a una planta: hay que regarlo diariamente, que le de el sol, etc. para que afiance raíces y crezca adecuadamente.

IMPRIMELO Y PONLO EN TU DORMITORIO, EN UN LUGAR ESPECIAL DE TU CASA, EN TU BOLSO, EN TU LUGAR DE TRABAJO. RECUERDA: EL MANDALA ADEMAS DE SER UN CONTENEDOR, UN SILO LITERALMENTE HABLANDO, DE  POTENTE ENERGIA, ES VERDADERAMENTE UN DISPENSADOR, UN DADOR DE ENERGIA POSITIVA, ESPECIALMENTE PROTECTORA, CURATIVA Y SANADORA PARA TI,  Y PARA LAS PERSONAS Y LUGARES QUE TE RODEAN.


Si has vivido algo especial a través de alguno de ellos, me gustaría que lo expresaras dejando un comentario, para compartirlo con otras personas. MI GRATITUD.



El punto central es el misterioso núcleo espiritual energético, el

ámbito en que nace toda existencia en espacio y en tiempo. La

irradiación procedente del centro, tiende hacia fuera hasta el

contorno limítrofe. La circunferencia, enlazando lo interno con lo

externo fluctúa, por último, desde la periferia volviendo al

núcleo más intimo. Todo mandala está pues concentrado en el

núcleo, del que todo movimiento parte y al que todo conduce. El

centro aparece como principio y fin de todos los caminos posibles.

Un antiguo proverbio dice:

“si quieres comprender el punto, explora el círculo”



Efectos terapéuticos pintando Mandalas




Al concentrarse en la pintura la mente se calma, como si se estuviera meditando. Por lo tanto, se potencian sensaciones positivas como la alegría, la paz, la creatividad y la seguridad; a la vez que se reducen las emociones negativas como el miedo, la rabia, la inseguridad, el estrés y la depresión, así como ayuda a combatir el insomnio.

Ayuda a la concentración
Durante la realización de esta actividad, el cerebro se enfoca solamente en ella, incrementando la capacidad de concentración. La mente se desconecta del resto del mundo por un momento, lo que también colabora para lograr un descanso más pleno.


Ejercita el cerebro
Pintar involucra tanto la lógica como la creatividad, lo que favorece el desarrollo y el equilibrio de los dos hemisferios del cerebro. Por un lado, al elegir colores se estimula el lado derecho y analítico del cerebro, mientras que el izquierdo (asociado con la creatividad), se desarrolla al mezclar y combinar tonos y colores.


Reconecta con el niño interior
Si bien lo pueden disfrutar personas de todas las edades, para los adultos que pintan estos mandalas, se les permite conectarse con el "niño interior" y reconectarse con los mejores recuerdos de su infancia. Todo esto favorece la relajación y hasta puede llegar a proporcionar una sensación de optimismo con respecto al futuro.


Reduce la ansiedad
Al pintar mandalas se liberan endorfinas, los neurotransmisores que generan una sensación de bienestar general, relajando la mente.


Fomenta la creatividad
Elegir que colores utilizar, en que combinación y en qué cantidad es una habilidad que se desarrolla sobremanera, a la vez que favorece la utilización de la creatividad en el trabajo y en aquellas actividades relacionadas con el juego y el pensamiento analítico.


Ayuda a redescubrirse
Como actividad recreativa, pintar mandalas permite una salida temporal de la rutina y del trabajo, generando momentos de distensión y generando una mayor comodidad y felicidad a lo largo del día.


Permite dedicarse a algo por puro placer
Una caja de colores o marcadores, paciencia, y unos cuantos minutos del día es lo único que se necesita para poder pintar mandalas: una actividad que se puede hacer por la simple razón de que hace bien, sin ninguna responsabilidad.


Mandala-98


miércoles, 8 de junio de 2016

Mandala-88

 
 
 
Para el budismo, los gatos representan la espiritualidad. Son seres iluminados que transmiten calma y armonía y, por ello, suele decirse que quien no se relaciona bien con su inconsciente, nunca llega a conectar por completo con un gato ni entenderá tampoco sus misterios
La verdad es que a nadie le sorprende saber que la figura de estos animales esté unida al budismo. Tanto es así, que en Tailandia existe una preciosa leyenda que ha trascendido en el velo del tiempo hasta convertir a los gatos, en unos seres de paz e íntima unión en muchos templos de los países asiáticos. Es por ello, que resulta muy común ver a los gatos dormitando y hechos un ovillo en el regazo de las múltiples figuras de Buda que orlan los jardines y los santuarios.
Los gatos ven mucho más allá de nuestros sentidos, entre sus horas de siesta y sus instantes de juego y exploración, ahondan en nuestra alma con su afinado olfato. Alivian tristezas y nos arropan con sus nobles y relucientes miradas.
A menudo, suele decirse que tener un perro es disfrutar del compañero más fiel que pueda existir. Algo totalmente cierto. No obstante, quien conoce el carácter de un gato siente que la conexión es más íntima y profunda, de ahí, que diversos monjes budistas como el maestro Hsing Yun, hablen del poder sanador de este animal. Te invitamos a descubrirlo con nosotros.

Una leyenda budista sobre los gatos originada en Tailandia

En primer lugar hemos de saber algo importante. El budismo no está organizado en una jerarquía vertical, como ya sabemos, la autoridad religiosa descansa sobre los textos sagrados pero, a su vez, existe una gran flexibilidad en sus propios enfoques. La leyenda que vamos a mostrarte hunde sus raíces en una escuela en concreto: en el budismo theravada, o el budismo del linaje de los antiguos.
Fue en Tailandia y dentro de este contexto donde se escribió “El libro de los poemas del gato” o el Tamra Maew. conservado a día de hoy en la biblioteca Nacional de Bangkok como un auténtico tesoro a preservar. En sus antiguos papiros pudo leerse una encantadora historia donde se contaba que, cuando una persona había alcanzado los niveles más altos de espiritualidad y fallecía, su alma se unía plácidamente al cuerpo de un gato.
La vida podría ser entonces muy corta o lo que la longevidad felina permitiese, pero cuando llegaba el final, esa alma sabía que ascendería a un plano iluminado.
A su vez, el pueblo tailandés de aquella época, conociendo esta creencia, llevaba a cabo también otra curiosa práctica
Cuando un familiar fallecía, se le enterraba en una cripta junto a un gato vivo. La cripta tenía siempre un agujero por donde el animal podría salir, y cuando lo hiciera, daban por sentado que el alma del ser amado ya estaba en el interior de aquel noble gato… De este modo, alcanzaba la libertad y ese sendero de calma y espiritualidad capaz de preparar a esa alma, para el camino posterior hacia la ascensión.
 
 

Los gatos y la espiritualidad

Dicen de los gatos que son como pequeños monjes meditativos capaces de traer la armonía a un hogar. Para la orden budista de Fo Guang Shan, por ejemplo, son como personas que ya han alcanzado la iluminación.
    • Los gatos son seres libres que beben cuando tienen sed, que comen cuando tienen hambre, duermen cuando sienten sueño y hacen lo que se debe hacer en cada instante sin necesidad de complacer a nadie.
    • No se dejan llevar por el ego, y algo especial de estos animales según esta rama del budismo, es que los gatos aprendieron a sentir al hombre desde eras muy lejanas en el tiempo, en cambio, las personas aún no han aprendido a sentir al gato en el presente.
    • Son leales, fieles y afectuosos, pero sus muestras de cariño son íntimas y sutiles, y aun así, tremendamente profundas. Solo aquellos que sepan ahondar en su interior, con respeto y dedicación, gozarán de su amor inquebrantable, pero las personas que sean desiguales o que eleven a menudo su voz para gritar, jamás serán de su agrado.
    • Para concluir, sabemos que no hace falta recurrir a los textos budistas para entender que los gatos son especiales, que sus miradas nos transportan a universos introspectivos, que con sus extrañas posturas nos invitan a practicar el yoga, que son un ejemplo de elegancia y equilibrio… Los queremos y hasta los veneramos y, aunque ellos mismos se crean auténticos dioses recordando quizá sus días en el Antiguo Egipto, es algo que les permitimos con orgullo.
  • Todos disponemos de nuestras propias historias con estos animales, momentos inolvidables que nos han permitido disfrutar de pequeños instantes cargados de magia y autenticidad. Esos que seguramente, sirvieron de inspiración para hilar esta hermosa leyenda budista que quedó impresa en tinta, papel y misticismo. La misma que hoy hemos querido compartir en nuestro espacio contigo.
“El tiempo pasado con gatos nunca es tiempo perdido.” 
Sigmund Freud.

Fuente:https://soyespiritual.com/amor/la-leyenda-budista-sobre-los-gatos.html